Siguiendo con Los Cuentos De Revoluciones...

Esta semana para la clase de Sistemas contables nos pidieron leer un artículo llamado : " El método científico en el estudio de la evolución del pensamiento contable" de autor Jack Alberto Arauho, y bueno, no es el mejor texto que he leido en mi vida, de hecho me pareció muy pobre (y algo resentido). pero lo cierto es qu hubo un fragmento que me llamó la atención:

Son más importantes las razones que motivan los hechos, que los hechos mismos (cuestionable hasta cierto punto).

En el estudio histórico de Bolivar no interesa mucho que hubiera participado en tantas batallas, que hubiera ganado tantas y perdido tantas otras, sino su pensamiento. Esto cuenta más que sus propios hechos ( cuestionable). Por cuanto su pensamiento motivaba los hechos; y éstos son consecuencia de aquellos.

Lo que más debe interesarnos es que nos cuenten las causas. Se llega a tergiversar tanto la historia en ese sentido que se cofunden los hechos en sí con las causas. Una causa para la liberación de España no fue el florero de Llorente. Esto fue la gota que derramó el vaso. De no haber sido el florero de Llorente, habría sido cualquier otro hecho el que hubiere sucitado la misma efervescencia y motivado al pueblo a asumir las riendas de su própio destino. En Consecuencia, de lo que hay que hablar es de lo que llevó al pueblo a esa actitud de rebeldía.

Últiamamente detesto dar mis conclusiones frente a una u otra posición, prefiero dejar que cada quien medite en este tipo de asuntos por su cuenta, sin embargo dejare algo que esta dandome vueltas y TENGO que soltarlo. Si los Cristianos dedicaramos mas tiempo en conocer los motivos de los pasajes que leemos a diario, no existiria tanta confusión en estos dias. si aprendieramos a ver la voluntad de Dios como un TODO, como un dibujo panorámico, los pequeños detalles encajarían de maneras que no nos imaginamos, y todo tendría el orden que siempre debió conservar. En todo caso, ya la gota que derramará el vaso esta cerca, y cada quien deberá escojer, ¿la palabra de Dios o la palabra de los hombres?